En ocasiones, no basta solo con intentarlo. Empujar, empujar y empujar no es suficiente. Dudo que aún así a esto se le pueda llamar fracaso. Intenta diferente, empuja aún más. Con contundencia, fracasando barato, como diría Isra García. En esta ocasión os quiero dejar el post íntegro (aquí publicación original). Que escribí para MapMakers en Octubre:
Soy Enrique Baleriola, un chico nacido en Almería hace 24 años, que lleva dos viviendo en Barcelona (en el Vallès) por motivos de estudio. Mi historia se remonta hasta hace algo más de cinco años, donde una pequeña gran decisión ha marcado desde entonces mi vida: un profesor de la universidad donde estudiaba psicología propuso en voz alta a toda la clase que quien quisiera, podía colaborar con él en asuntos de investigación psicosocial desde una perspectiva muy minoritaria, fuera del mainstream, pero muy humana, cercana y que apuesta firmemente por el empoderamiento, la resiliencia y la crítica a las posiciones asentadas y conformistas. Mi postura fue ofrecerme sin pensarlo, total, lo peor que podía pasar es que lo probase, y tras un par de encuentros lo dejase si no le encontraba sentido. Pues bien, lo que fue un inicio dubitativo y sin sentido, se ha convertido en cinco años de formación, estudio, trabajo, esfuerzo, dudas, empeño, miles de euros y de horas invertidas, errores, aciertos y por supuesto, debacles. De estas últimas hablaré al final.
Cuando hablo de esfuerzo y de inversión, no hablo solamente de la aplicación de tiempo y otros recursos a la realización de la oportunidad que aquel profesor me brindó: también me refiero a tener que estudiar muchas tardes (y no pocas noches) todo lo que la investigación conlleva, ya que por las mañanas tenía que asistir a las clases del resto de asignaturas de la carrera, las cuales el 95% me enseñaban lo contrario a lo que yo estaba aprendiendo de una forma crítica e inconformista el resto del tiempo (además de obtener el B2 de inglés tras cinco años sin tocar el idioma, quedar con amigos y amigas, conocer gente increíble y otra despreciable, desconectar, salir de fiesta, viajar un poco, aprender otras cosas no académicas…).
El caso es que cuando acabo la carrera, este profesor y yo acordamos que la Universidad de Almería está amortizada, y que el siguiente paso para seguir avanzando en los asuntos que estábamos moviéndonos era irme a hacer un máster de Investigación Psicosocial a la Universidad Autónoma de Barcelona durante el curso 2013-2014, único lugar donde se puede encontrar una verdadera especialización de aquello que estuve haciendo paralelamente a la carrera durante tres años. El máster solo se puede resumir en tres palabras: aprendizaje, lucha e intensidad:
-Aprendizaje: Si algo hice el año pasado, fue aprender. De los profesores, de los compañeros, de Barcelona, de vivir solo y con otros compañeros de piso que no conocía anteriormente de nada, de otra edad distinta a la mía, del deporte (dada la falta de conocer gente, me dediqué a mí mismo todo el tiempo necesario para acabar la Maratón de Barcelona en casi cinco horas), de lo que había a mi alrededor, del funcionamiento de la universidad, el idioma. Aprender, aprender, aprender…
-Lucha: ¿Qué hace un chico de Almería en Barcelona? Luchar. Luchar por conseguir mi sueño de acabar el máster, por financiarme mi estancia allí con contratos en la universidad como guía de chicos de instituto (en castellano y catalán, llevando apenas cuatro meses allí). Luchar por acabar la maratón saliendo a entrenar a las 2 de la mañana si hacía falta o a las 7 antes de ir a trabajar. Luchar por hacer malabarismos en la economía para conseguir llegar a fin de mes, luchar por conseguir ver a mi familia y amigos de Almería cuando podía, luchar por vencer la melancolía de los 800km que me separaban de mi vida de los 23 años anteriores.
-Intensidad: Dado todo lo anterior, puedo decir que se trató de un año intenso. Puede sonar paradójico, pero fue un año que pasó muy rápidamente pese al periodo de adaptación, y la constante lucha sin bajar la guardia. Fue un año “intravenoso” que es como llamo yo a la sensación de estar aglutinado en un continuo suceder de acontecimientos. De golpe, con contundencia, sin marcha atrás, sin pensar en lo que dejaba por el camino o lo que perdía por no quedarme en Almería. Sin duda gané mucho más de lo que perdí.
Este último año, empecé el doctorado en la misma universidad dado lo bien que me fue el máster. Conocí a profesores y compañeros geniales, de los cuales he aprendido y sigo aprendiendo constantemente, pero aquí fue donde el esfuerzo y la inversión dieron paso a la debacle, el hundimiento o los momentos más aciagos.
Mediados de julio de 2015 (hace apenas mes y medio). Almería, vacaciones tras un año trabajando de camarero diez horas cada día o de informador municipal en el Ayuntamiento del pueblo donde vivía, compaginándolo con los entrenos de triatlón y el doctorado; amigos, familia, pareja, sol, playa, fiesta, y a la espera de la resolución de la beca predoctoral que solicité a finales de diciembre (es decir, más de seis meses para tener noticias de una beca de mil euros al mes por dos años). Todo estaba a favor: nueve artículos científicos publicados, dos colaboraciones con la Universidad Abierta de Cataluña para escribir manuales de dos asignaturas del grado de Psicología, coeditor y autor de un libro que está acabando de ser editado sobre el asunto de mi tesis, ponente, comunicador en dos congresos y organizador de otro (internacional). En resumen, cinco años de esfuerzo investigando, un 8,9/10 de nota media en la carrera y un 9,36/10 de nota media en el máster. ¿Resultado de la beca? DENEGADA. ¿El motivo? Ninguno en concreto, solo una evaluación “normal” (ni sobresaliente ni especialmente mala) en ningún apartado, lo que conformaba una media final en la media.
En un primer momento, la sensación era de querer llorar, de que todo por lo que llevaba luchando cinco años se había venido abajo (y de cierta manera, así fue). Lo curioso es que no pude llorar ni hablar con nadie en un buen rato. Se lo comuniqué a mi novia, a mi familia cercana, y me encerré en mi habitación. Solo tenía ganas de que todo pasara rápido, de tomar cartas en el asunto, y solucionarlo lo más rápidamente que pudiese. A día de hora, con un mes y medio de por medio, sigo sin saber qué pasó, por qué me denegaron la beca, o por qué echaron por tierra el esfuerzo de un estudiante que no es el mejor, pero que siempre ha trabajo de cara a la excelencia, consiguiendo por el camino grandes resultados para la sociedad mediante la investigación. Pero lo que sí he tratado en este tiempo es de buscar otras opciones, reaccionar, ser resiliente, pensar y trabajar más contundentemente, con más empeño y dedicación, ser más atrevido y buscar en uno mismo los fallos para mejorarlos. Hablar con personas de confianza para que te ayuden a volver a encontrarte y despegar con más alas. Estas son las acciones que he llevado a cabo hasta ahora después de la oportunidad que me brindó la no concesión de la beca:
-Valorar más: uno de mis principales fallos desde siempre ha sido asentarme en la comodidad, en lo dado por asentado. Perder esta oportunidad me ha enseñado a darle más importancia a las pequeñas cosas, a lo que me rodea, a la gente que me quiere, al olor de una comida, o a una sonrisa.
-El multitasking eficiente es sexy: la eficiencia sin duda, es otro de mis puntos flacos. Durante este último año, cuando hacía investigación perdía mucho rato procrastinando, haciendo cosas superficiales, en preparar los materiales, leer cosas innecesarias, preocuparme en exceso por cosas nimias y rápidas de resolver, etcétera. Esto me llevaba a hacer en todo un día lo que se puede hace en tres horas por la mañana.
-Buscar empleo acorde a mi formación fuera del mundo académico/docente/investigador. Pensar en emprender: me apetece probar lo que es acercarse al mundo psicosocial fuera de la universidad, donde la verdad, los parámetros de evaluación y los ritmos están crudamente establecidos. A día de hoy sigo trabajando en este sentido, sin descanso. En Almería, Barcelona, Madrid, Suiza, Gran Bretaña o Chile. Donde sea.
-Preparar la vuelta a Barcelona: Si alguien se pensaba que por este estrepitoso fracaso iba a abandonar el doctorado, mi sueño de cinco años, se equivocaba. Pese a no tener nada atado, en menos de un mes volveré allí, luchando más que nunca, siendo más intenso que nunca, aprendiendo más que nunca antes, atento a todas las posibilidades y proyectos que puedan surgir, a todos los mapas que se puedan empezar a dibujar.
-Conectar los puntos: Como bien exponía Steve Jobs en el famoso video de la graduación del instituto de Standford, sin duda es importante unir los puntos. Creo que mis intereses (y mi gran ignorancia) en Human Media y redes sociales, mis conocimientos del mundo psicosocial, mis aprendizajes de esfuerzo y constancia del deporte de fondo, el apoyo de mi pareja y amigos cercanos, y el hecho de que todo es posible cuando empiezas a dibujar un mapa de cero; harán que surja algo grande. No sé el qué, no sé si hoy, mañana o en unos años, pero sin duda llegará, será intenso, aprenderé de todo lo que llegue, y lucharé por conseguir mis objetivos personales.
Esta es mi historia. O mejor dicho, una parte de mi historia, el resto está por escribir y sin duda será enorme. Seguiré informando…
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Photo Credit: Isra García